Los vaivenes del coste de los inmuebles residenciales han seguido una tendencia muy diferente al comportamiento de los precios en general y sitúan a España muy lejos de los niveles de inflación de la vivienda de países europeos como Bélgica, Alemania o Francia. En 2020, los precios de los inmuebles en España experimentaron un incremento de aproximadamente el 25% con respecto a 2015. Cabe destacar, sin embargo, que el coste de la vivienda nueva han crecido de manera más acentuada que los precios de la vivienda de segunda mano.
El mercado inmobiliario español está caracterizado por fuertes disparidades regionales. Madrid, Cataluña y las Islas Baleares son las comunidades que mayor incremento de los precios de la propiedad residencial han experimentado en los últimos años. De igual manera, encabezan el ranking de las autonomías donde menos accesible es la vivienda, hecho que parece responder a la diferencia entre el poder adquisitivo medio y el precio de los inmuebles. Por el contrario, Murcia y La Rioja son las comunidades donde los habitantes tienen menos dificultades para adquirir una vivienda. Y mientras que en estas dos autonomías comprar una vivienda requiere cinco años de sueldo íntegro, en Cataluña y Madrid exige más de ocho, y en las Islas Baleares, el doble. Tras estas disparidades subyacen hechos como que el precio del metro cuadrado construido en Cataluña triplicaba en 2021 el de comunidades como Extremadura o Murcia.
La heterogeneidad de este mercado también se refleja en las diferencias entre las provincias y las ciudades que componen la geografía nacional. El valor tasado de la vivienda en las capitales de provincia más caras —San Sebastián, Barcelona y Madrid— supera los tres mil euros por metro cuadrado. Este valor queda muy lejos del de urbes como Lleida, Castellón de la Plana o Lugo, donde no alcanza los mil euros por metro cuadrado. Por ello, no sorprende que seis de las diez calles más caras de España estén situadas en la capital del reino y la Ciudad Condal. En esta línea, dentro de las ciudades españolas se repiten patrones similares de diferenciación. Así, por ejemplo, el valor del metro cuadrado en Madrid prácticamente se triplica entre distritos como Chamberí y Villaverde.